domingo, 11 de marzo de 2007

Madrid: Jesús Ferrero

La Vanguardia Cultura/s
Escrituras - Novela - Un símbolo del 39
ISABEL NÚÑEZ
Jesús Ferrero, Las trece rosas. SIRUELA (233 págs.17,50 €)
ISABEL NÚÑEZ - 07/05/2003 En el contexto de recuperación de la memoria histórica de este país, que parece despertar por fin de su amnesia, coincidiendo con la emergencia de la conciencia crítica en la calle, aparecen también felizmente resonancias de esa misma sensibilidad en la literatura. En este caso, Jesús Ferrero (Zamora, 1952) se aleja del género documental o de la novela histórica y simplemente toma un hecho dramático, la ejecución de trece mujeres, menores de edad, por pura ideología o afinidades con el bando republicano. El hecho, que generó cierta leyenda pese a ser silenciado, fue uno de tantos gestos simbólicos de brutalidad ejemplarizante y vindicativa del victorioso frente nacional.
El silencio despiadado que cayó sobre estas víctimas inocentes, como sobre tantos otros desaparecidos hasta hoy (el Gobierno actual aún se niega a sufragar las excavaciones para encontrar sus tumbas, aunque sí financia las búsquedas de muertos del bando nacional en Alemania), sólo añade un componente dramático más sobre su destino. Se trata de una novela poética, a veces casi épica, donde el autor muestra su maduración mediante un despojamiento y una contención que no tenían sus anteriores novelas. Tal vez su mayor acierto (literario) sería contar estas escenas como parte de un delirio, una locura, una percepción distorsionada que afecta a todos, verdugos y víctimas. Las presas no ven o se les difuminan los contornos de la realidad, o acaso sea la proximidad del manicomio, donde un muchacho cree que lo que ve forma parte de un rodaje, pero también uno de los policías torturadores confunde a su víctima con la novia inaccesible que aún le rechaza. La sensación de asfixia que transmiten esas distorsiones de la percepción, pero también los sueños como vía de escape, los movimientos de esas mujeres, casi describiendo una coreografía (de ahí el acierto de la foto de Pina Bausch en la cubierta), todos esos elementos forman un engranaje poético que funciona, mientras que la narración va más allá y adquiere una verdad profunda, una verdad poética que no pretende simplemente contar la historia de este país, sino que viaja al meollo, a su base simbólica, para decir algo más, decir algo literariamente. Esta profundidad nueva sitúa a Ferrero lejos de "Belver Yin". Por otra parte, diría que su mirada sobre estas mujeres, el acercamiento y penetración más sutil en el universo de sus personajes femeninos, tiene algo de reconciliación con el género femenino, o en todo caso parece distanciarle del autor que afirmó una vez en la televisión que no existían mujeres escritoras, que Jane Austen o Virginia Woolf eran sólo un fraude. Si los años, su sensibilidad literaria o la conciencia de vivir en un país tan profundamente misógino le han curado de esa enfermedad, parece un motivo para felicitarnos. En conjunto, Jesús Ferrero ha logrado componer un cuadro poético original, con su mirada sobre uno solo de los gestos trágicos de la España terrible de 1939.

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