miércoles, 24 de octubre de 2012

Mi reseña de Teju Cole en La Vanguardia Cultura/s


Foto: I.N., Manhattan, 2010

Narrativa
Paseos por Manhattan
ISABEL NÚÑEZ

Teju Cole

Ciudad abierta

Traducción de Marcelo Chen
ACANTILADO
296 PÁGINAS
22 EUROS

Teju Cole (Kalamazoo, Michigan, 1971) es escritor, fotógrafo e historiador del arte norteamericano de origen nigeriano. Ciudad abierta, su primera novela, ha recibido prestigiosos premios.
Desde el sugestivo arranque, en que el narrador, psiquiatra nigeriano en Manhattan, escudriña el cielo invernal buscando las formaciones de ocas salvajes migratorias –que los poetas chinos interpretaban como mensajes escritos—, el lector se ve atrapado en la historia.
Guelbenzu ha asociado con razón esta novela caminante al flanneur baudelairiano.  Yo la entroncaría en la tradición puramente neoyorquina de Cómo vive la otra mitad de Jacob Riis, o las Crónicas de Nueva York de Maeve Brennan, o los ensayos de Henry James sobre las transformaciones de esa ciudad de ciudades.
En los paseos reflexivos del psiquiatra nigeriano, no sólo sus pensamientos surgen de lo que recorre su mirada, de las heridas de la historia, del temblor múltiple de esa humanidad solitaria que forma el entramado multicultural, sino que su escucha particular le lleva sin proponérselo a esa “otra mitad”, a tantos refugiados, inmigrantes, reescapados, readaptados que la componen. Una ciudad que, como mostró Riis, ya en el XIX era toda migraciones, racismo, guetos, complejo espíritu de acogida.
Sus visitas al viejo profesor japonés de literatura, dr. Saito, enfermo y filosófico interlocutor, el recuerdo de Nadège, intentando procesar su ausencia, la rotura con su madre, la abuela germánica perdida, las voces de sus pacientes o de tantas figuras fugaces (en una estafeta de correos, un cibercafé…) que le llaman “hermano” contándole relatos donde laten el dolor histórico y el conflicto. Un dolor que le alcanza en dos momentos culminantes del libro, sin impedir su discurrir meditativo, la imbricación de su pensamiento en la mirada a la ciudad.
El valor de Teju Cole es haber articulado esa historia de la ciudad en una novela andante, urbana y contemporánea, donde mezcla con osada frescura ensayismo y opinión política (en algún caso chirría), música, arte, pensamiento, literatura. Un homenaje a Manhattan y un sutil equilibrio narrativo para un escritor nuevo. Si la literatura está hecha de preguntas y de ecos que nos resuenan y transportan, esto es pura celebración, feliz y dolorosamente melancólica, de la literatura.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Mi artículo de Saadat Hassan Manto en el Cultura/s


Foto: Jorge Pardo, Vista del Tulsi Ghat, desde el Ganges, India, 2012

Narrativa

Un descubrimiento
ISABEL NÚÑEZ

Saadat Hasan Manto
Toba Tek Singh
CONTRASEÑA
208 PÁGINAS
16,90 EUROS

         Saadat Tek Singh (Punyab, India, 2012- Lahore, 1955) puede considerarse un renovador de la literatura en urdu. Autor prolífico de más de doscientos relatos, una novela, guiones de cine y radio y ensayos, abandonó la Universidad de Amritsar y se trasladó a Bombay. En 1947, la dramática Partición de la India le atrapó en su época de apogeo y tras muchas dudas, tuvo que acabar emigrando a Lahore, Pakistán, donde la desolación cultural y la estrechez de una sociedad religiosa y fanática le llevó a la bebida.
         Sus relatos, profundamente realistas pero con una poderosa poética personal, están muy lejos de la India exótica y pintoresca de los estereotipos. Manto retrata sin piedad la complejidad social y la violencia de los conflictos étnico-religiosos que llevaron a la Partición y sus personajes son a veces también prostitutas, proxenetas, locos, etc. Su forma de hablar del deseo y de los encuentros amorosos es muy particular, se diría que ahí va más allá y que en ese terreno descubre nuevas claves poéticas y filosóficas para dibujar sus cuentos. La estructura de los relatos es maupassantiana, con finales que dan un giro inesperado a las cosas, sólo que Manto retrata un mundo más violento.
         “Toba Tek Singh” cuenta cómo a raíz de la Partición, se decide trasladar a los internos de un manicomio según su origen religioso: es un ángulo perfecto para señalar el dolor y el delirio que significó esa división del país. En “Olor”, el encuentro del narrador con una joven de las montañas y su misterioso efluvio se asocian en su memoria al balanceo las hojas de pipal bañadas en lluvia. “La bombilla de cien vatios” es un cuento desolador, donde esa luz hiriente y excesiva expresa sesgadamente el horror que reina ahí. Hay cuentos de jóvenes iniciaciones amorosas, como “Humo” y otros esperanzadores e insólitos que se burlan de los prejuicios religiosos y hablan del deseo y la amistad, como “Mozel”, y otros despiadados como “La última voluntad de Gormukh Singh” o “El perro de Titwal”, y cuentos más ligeros, como “En la azotea”.
         En conjunto, un libro esplendoroso y fascinante, que nos llega cuidadosamente traducido del urdu por Rocío Moriones, autora del interesante prólogo, y nos permite descubrir a un autor importante, no sólo en la tradición urdu, sino en la literatura universal.