viernes, 3 de agosto de 2001

Una reseña de 2001

Foto: I.N. Vista desde Pedralbes, 2011
La Vanguardia Libros, 24/08/01
Cuentos góticos de sumisión y locura Nathaniel Hawthorne, Charlotte Perkins, William Faulkner, Eudora Welty, Truman Capote, “Cinco mujeres locas”. Lumen, 144 págs. 1.950 pta. A primera vista, el título de esta recopilación de cuentos de tradición gótica podría tener connotaciones misóginas. Sin embargo, en su interesante prólogo, Miquel Berga propone estos cinco relatos para mostrar que en la literatura norteamericana, la tradición gótica dibuja la locura femenina como el síntoma o la respuesta distorsionada frente al confinamiento y la sumisión histórica de las mujeres. Hawthorne retoma sus obsesiones sobre la pureza y el pecado en “La mancha de nacimiento”, donde un científico lucha por borrar en su laboratorio una mancha en la cara de su mujer, la mancha que le impide ser perfecta, que introduce la huella del mal en su belleza inocente. Con su actitud de sumisión, ella se convertirá en víctima de esa moral maníaca. En “El papel de pared amarillo”, Perkins recrea una pesadilla vivida en la realidad: como tratamiento a su depresión post-parto, el médico le prescribió a la autora inmovilidad total, alimentación sistemática y nada de escritura. La mujer del cuento, sometida a ese mismo régimen por su amante esposo, intenta aceptar su reclusión pasivamente, pero su inconsciente se rebela y sus aterradas fantasías acabarán prevaleciendo sobre su percepción de la realidad. Con la enigmática y dickensiana dama sureña de “Una rosa para Emily”, espiada de lejos por los vecinos durante años, recluida en su mansión polvorienta y visitada tan sólo por un silencioso criado negro, Faulkner se reserva una tétrica sorpresa final. Es la historia femenina de la espera y la restricción de expectativas, la opresión de la curiosidad morbosa de los vecinos y la soledad secreta de las apariencias, la locura por la negación de una realidad tan indiscutible como la muerte. Otra mansión secreta, aristocrática y ruinosa de personajes recluidos es la de “Clytie”, de Eudora Welty. Allí conviven dos hermanas, un padre ciego y paralítico y un hermano alcoholizado y violento, parapetado tras una trinchera en su dormitorio. Clytie es la única de ellos que sale al exterior y la prueba de la locura familiar ante los vecinos. El sufrimiento de Clytie es agudo y angustioso, y su última revelación le costará la vida. Finalmente, “Miriam”, de Truman Capote, es la muestra de que la soledad, el confinamiento y la opresión de la atmósfera gótica pueden vivir también en las grandes ciudades. La protagonista de la historia vive sola en su apartamento de Nueva York y es visitada por una niña extraña que acabará por imponer su presencia más allá de los límites de la realidad. Los cinco son cuentos magistrales y su gozosa lectura y la estela de pensamientos que provocan superan de largo la melancólica y sombría enfermedad de esos personajes, que buscan en vano una salida a la estrechez del mundo en el que les ha tocado vivir.