jueves, 26 de noviembre de 2009

Reseña de Ismaíl Kadaré en el Cultura/s

Narrativa Deseo y ensoñación con fondo balcánico ISABEL NÚÑEZ
Ismaíl Kadaré El accidente Alianza Literaria Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde
320 PÁGINAS 18 EUROS Ismaíl Kadaré, premiado con el Príncipe de Asturias de las Letras, el Man Broker Internacional Prize 2005 y otros galardones, es autor de novela, poesía y ensayo, y su poética particular refleja el peso y el pesar del legado histórico balcánico, sin renunciar a la tradición helénica ni a su cultura francesa. En Tres cantos fúnebres por Kosovo dibujaba con lirismo fulgurante la épica bélica que tan arteramente se utilizó en los Balcanes, como esa peonía roja de Kosovo, regada según el mito con la sangre de los soldados serbios vencidos por los otomanos. Alianza editorial está publicando toda su obra, y Mario Muchnik, su primer editor en este país, fue quien elogió a su traductor, Ramón Sánchez Lizarralde, y su larga colaboración y amistad con Kadaré. El accidente es una novela sorprendente. Camino del aeropuerto de Viena, un taxi sale bruscamente de la carretera, y los dos pasajeros, Besford y Rovena, albaneses y al parecer amantes, resultan muertos. Un investigador intenta dilucidar lo ocurrido: ¿qué vio el taxista en el retrovisor? ¿Fue un accidente o un oscuro asesinato, como pretende Liza Blumberg, amante sáfica de Rovena? ¿Se trataba de un asunto amoroso o había motivaciones políticas? Si bien la trama pasional –el affair entre un experto en asuntos balcánicos y una joven becaria que no entiende de política y sólo vive para él— parece convencional o misógina, la salva no sólo la ligereza poética de la escritura de Kadaré, sino sobre todo, la calidad onírica y psicoanalítica de ese relato, donde nada es lo que parece y la confusión entre lo real –el accidente y la tragedia griega balcánica— y lo subjetivo es tan constante como en las películas de David Lynch. Tiene sentido que los protagonistas (en su juego de espejos) lean juntos ese pasaje del Quijote cervantino del curioso impertinente, ese confuso trío de pasión, burla, deseo y traiciones que interesó a Freud. Los sueños de los protagonistas, que el investigador analiza con los hechos, contribuyen a esa sugestiva ambigüedad entre el inconsciente, la fantasía, las proyecciones del taxista y el investigador, e intensifican la atmósfera fuertemente onírica de la novela, donde los crímenes y atrocidades de la guerra de los Balcanes y su juicio en La Haya forman un melancólico y comprometido telón de fondo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Kadaré en La Vanguardia Culturas

Foto: I.N., Calle de Pristina, Kosovo, 2008
Ensoñación balcánica ISABEL NÚÑEZ Ismaíl Kadaré El accidente Alianza Literaria Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde 320 PÁGINAS 18 EUROS Ismaíl Kadaré, premiado con el Príncipe de Asturias de las Letras, el Man Broker Internacional Prize 2005 y otros galardones, es autor de novela, poesía y ensayo, y su poética particular refleja el peso y el pesar del legado histórico balcánico, sin renunciar a la tradición helénica ni a su cultura francesa. En Tres cantos fúnebres por Kosovo dibujaba con lirismo fulgurante la épica bélica que tan arteramente se utilizó en los Balcanes, como esa peonía roja de Kosovo, regada según el mito con la sangre de los soldados serbios vencidos por los otomanos. Alianza editorial está publicando toda su obra, y Mario Muchnik, su primer editor en este país, fue quien elogió a su traductor, Ramón Sánchez Lizarralde, y su larga colaboración y amistad con Kadaré. El accidente es una novela sorprendente. Camino del aeropuerto de Viena, un taxi sale bruscamente de la carretera, y los dos pasajeros, Besford y Rovena, albaneses y al parecer amantes, resultan muertos. Un investigador intenta dilucidar lo ocurrido: ¿qué vio el taxista en el retrovisor? ¿Fue un accidente o un oscuro asesinato, como pretende Liza Blumberg, amante sáfica de Rovena? ¿Se trataba de un asunto amoroso o había motivaciones políticas? Si bien la trama pasional –el affair entre un experto en asuntos balcánicos y una joven becaria que no entiende de política y sólo vive para él— parece convencional o misógina, la salva no sólo la ligereza poética de la escritura de Kadaré, sino sobre todo, la calidad onírica y psicoanalítica de ese relato, donde nada es lo que parece y la confusión entre lo real –el accidente y la tragedia griega balcánica— y lo subjetivo es tan constante como en las películas de David Lynch. Tiene sentido que los protagonistas (en su juego de espejos) lean juntos ese pasaje del Quijote cervantino del curioso impertinente, ese confuso trío de pasión, burla, deseo y traiciones que interesó a Freud. Los sueños de los protagonistas, que el investigador analiza con los hechos, contribuyen a esa sugestiva ambigüedad entre el inconsciente, la fantasía, las proyecciones del taxista y el investigador, e intensifican la atmósfera fuertemente onírica de la novela, donde los crímenes y atrocidades de la guerra de los Balcanes y su juicio en La Haya forman un melancólico y comprometido telón de fondo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Charlotte Roche en La Vanguardia Cultura/s de hoy

Foto: I.N. Balcones en Madrid, 2009
Narrativa La otra cara del sexo ISABEL NÚÑEZ
__________________________________________________
Charlotte Roche Zonas húmedas / Zones humides Anagrama / Proa Traducción de Richard Gross / Jordi Jané-Lligé 208 /216 PÁGINAS 16 / 16,95 EUROS Sin duda Charlotte Roche (Wycombe, 1978), británica educada en Alemania, tiene una compulsión expresiva. Montó una banda de garage rock, se autolesionó y pintó con sangre, experimentó con drogas, se afeitó la cabeza y triunfó como presentadora de Viva (especie de MTV).
Zonas húmedas nos llega con un millón y medio de ejemplares vendidos en Alemania, primer best-séller germano de Amazon.
Roche quería mostrar que las mujeres no son sólo un objeto erótico, también enferman, van al váter, sangran. “Si uno quiere acostarse con ellas, tiene que encarar también esa parte”. Ella siempre sintió atracción morbosa hacia las intervenciones traumáticas del cuerpo –cirugía, sangre, instrumental, suturas—, que asocia al sexo y la masturbación (tal vez la muerte de sus tres hermanos en un accidente, cuando iban a la boda de Charlotte, y su madre herida, guarden relación), y quería romper los tabúes del sexo femenino. Una adolescente, Helen, con una curiosidad exploratoria a veces agresiva hacia su cuerpo, aquejada de hemorroides que metaforiza como “una coliflor en el culo”, se produce, al afeitarse esa zona para verla mejor y disfrutar más, una fisura que la lleva al hospital, donde permanece toda la novela. Allí, con la complicidad de un enfermero seducido, continúa su exploración y prolonga su estancia como sea, fantaseando con reunir a sus padres divorciados. Ciertamente hay tabúes que romper en la corporalidad femenina y sería injusto no reconocerle a Roche talento expresivo, ritmo y eficacia con su lenguaje libre (las traducciones lo translucen). Temáticamente hay algo del Crash de Ballard, y quizás ideas de Germaine Greer, pero la asociación con Holden Caulfield parece desatinada. Se trata del fenómeno contemporáneo de los escritores que no leen y escriben como si con ellos empezara la cultura (acaban leyendo, por saturación de su propio discurso). Roche es personaje mediático en Alemania y eso también la ayuda a vender. Pero el lector que no comparta su afición escatológica no superará las páginas dedicadas a la coliflor y sus repliegues, incisiones, gasas, o su afán de ensuciar el hospital por pura excitación. Humor, porno –con su tradicional fragmentación y desindividuación—, adolescencia prolongada y fluidos corporales, en un tono directo que recuerda a Bridget Jones.