miércoles, 19 de octubre de 2011

Mi reseña de Clemens Meyer en La Vanguardia Cultura/s

Foto: I.N. Río Spree, Bauhaus, Berlín, 2011

Algo salvaje

Isabel Núñez

Clemens Meyer, La noche, las luces. Menoscuarto. Traducción de Ernesto Calabuig. 277 págs. 18 €

Clemens Meyer (Halle, Saale, 1977) está considerado el cronista oscuro de la Alemania del Este. En 2006 publicó su premiada primera novela, Als wir träumten (Cuando soñábamos), un duro retrato generacional, de jóvenes que se mueven en los márgenes sociales en los años de la caída del Muro. Su colección de relatos La noche, las luces obtuvo el premio de ficción de la feria de Leipzig.

Antes de estudiar literatura, Meyer trabajó en la construcción, como mozo de carga y vigilante en almacenes y fábricas. Mientras estudiaba, fue detenido por un delito menor y cumplió condena. Esa dureza le sirvió para construir su voz literaria.

Estos cuentos son poderosos y discurren en el lado salvaje o más sombrío de la vida urbana.

Un parado bebe y evita acudir a la oficina de empleo, a su madre le cortan la luz; un joven sueña otra vida con las postales latinoamericanas de un antiguo colega del bar; un narrador psicótico se acuesta con su escopeta y dispara por la ventana a una farola irritante mientras su amante, parecida a la Monroe, llora desnuda en la cama; el profesor obeso enamorado de una niña; el narrador que apuesta a los caballos para salvar a su perro enfermo; los viajes de una extraña pareja de dos ex colegas de la cárcel: uno seduce a otros hombres y el segundo irrumpe para robarles con violencia; un antiguo frutero adinerado que vive su soledad entre drogas y sexo de pago se arrastra en una suite de hotel recordando su vida; un ex convicto sale de la cárcel y las cosas se le tuercen; la pesadilla del viajante de vinos que se despierta en un tren sin saber por qué; un hombre casado sigue peligrosamente a una puta rusa; y sobre todo, el que para mí es su mejor cuento, magistral, “En los pasillos”: en una atmósfera industrial, en los turnos de la jornada nocturna de un economato y sus resquicios, surge el extraño fulgor de una atracción amorosa, sin que ocurra apenas nada, y una amistad que se estrellará con el gesto irreversible de uno de los dos hombres. En ese cuento, la economía y la contención de Meyer le permiten mostrar toda esa luz negra, la vida que late aún en la desesperanza y la muerte.

Sigamos la pista de Clemens Meyer y felicitémonos de su escritura potente, impecablemente traducida por Ernesto Calabuig, llena de humor negro y melancolía, con un insólito humanismo bajo la forma desnuda y despiadada.

2 comentarios:

Ernesto Calabuig dijo...

Gracias por tu generosidad al mencionarme en tu reseña. Un abrazo. Ernesto

Belnu dijo...

Era lo justo, Ernesto! Gracias a ti por venir hasta aquí.