Foto: I.N. Balcones en Madrid, 2009
Narrativa
La otra cara del sexo
ISABEL NÚÑEZ
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Charlotte Roche
Zonas húmedas / Zones humides
Anagrama / Proa
Traducción de Richard Gross / Jordi Jané-Lligé
208 /216 PÁGINAS
16 / 16,95 EUROS
Sin duda Charlotte Roche (Wycombe, 1978), británica educada en Alemania, tiene una compulsión expresiva. Montó una banda de garage rock, se autolesionó y pintó con sangre, experimentó con drogas, se afeitó la cabeza y triunfó como presentadora de Viva (especie de MTV).
Zonas húmedas nos llega con un millón y medio de ejemplares vendidos en Alemania, primer best-séller germano de Amazon.
Roche quería mostrar que las mujeres no son sólo un objeto erótico, también enferman, van al váter, sangran. “Si uno quiere acostarse con ellas, tiene que encarar también esa parte”. Ella siempre sintió atracción morbosa hacia las intervenciones traumáticas del cuerpo –cirugía, sangre, instrumental, suturas—, que asocia al sexo y la masturbación (tal vez la muerte de sus tres hermanos en un accidente, cuando iban a la boda de Charlotte, y su madre herida, guarden relación), y quería romper los tabúes del sexo femenino.
Una adolescente, Helen, con una curiosidad exploratoria a veces agresiva hacia su cuerpo, aquejada de hemorroides que metaforiza como “una coliflor en el culo”, se produce, al afeitarse esa zona para verla mejor y disfrutar más, una fisura que la lleva al hospital, donde permanece toda la novela. Allí, con la complicidad de un enfermero seducido, continúa su exploración y prolonga su estancia como sea, fantaseando con reunir a sus padres divorciados.
Ciertamente hay tabúes que romper en la corporalidad femenina y sería injusto no reconocerle a Roche talento expresivo, ritmo y eficacia con su lenguaje libre (las traducciones lo translucen). Temáticamente hay algo del Crash de Ballard, y quizás ideas de Germaine Greer, pero la asociación con Holden Caulfield parece desatinada.
Se trata del fenómeno contemporáneo de los escritores que no leen y escriben como si con ellos empezara la cultura (acaban leyendo, por saturación de su propio discurso). Roche es personaje mediático en Alemania y eso también la ayuda a vender. Pero el lector que no comparta su afición escatológica no superará las páginas dedicadas a la coliflor y sus repliegues, incisiones, gasas, o su afán de ensuciar el hospital por pura excitación.
Humor, porno –con su tradicional fragmentación y desindividuación—, adolescencia prolongada y fluidos corporales, en un tono directo que recuerda a Bridget Jones.
2 comentarios:
Muy fina, Isabel, ese decir sin decir del todo. Tu opinión queda clarísima y de qué va la novela también.
Abrazos.
En tan poco espacio cuesta decir nada, y yo intento dar al César lo que es del César...
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