Foto: I.N., Calle de Pristina, Kosovo, 2008
Ensoñación balcánica
ISABEL NÚÑEZ
Ismaíl Kadaré
El accidente
Alianza Literaria
Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde
320 PÁGINAS
18 EUROS
Ismaíl Kadaré, premiado con el Príncipe de Asturias de las Letras, el Man Broker Internacional Prize 2005 y otros galardones, es autor de novela, poesía y ensayo, y su poética particular refleja el peso y el pesar del legado histórico balcánico, sin renunciar a la tradición helénica ni a su cultura francesa. En Tres cantos fúnebres por Kosovo dibujaba con lirismo fulgurante la épica bélica que tan arteramente se utilizó en los Balcanes, como esa peonía roja de Kosovo, regada según el mito con la sangre de los soldados serbios vencidos por los otomanos.
Alianza editorial está publicando toda su obra, y Mario Muchnik, su primer editor en este país, fue quien elogió a su traductor, Ramón Sánchez Lizarralde, y su larga colaboración y amistad con Kadaré.
El accidente es una novela sorprendente. Camino del aeropuerto de Viena, un taxi sale bruscamente de la carretera, y los dos pasajeros, Besford y Rovena, albaneses y al parecer amantes, resultan muertos. Un investigador intenta dilucidar lo ocurrido: ¿qué vio el taxista en el retrovisor? ¿Fue un accidente o un oscuro asesinato, como pretende Liza Blumberg, amante sáfica de Rovena? ¿Se trataba de un asunto amoroso o había motivaciones políticas? Si bien la trama pasional –el affair entre un experto en asuntos balcánicos y una joven becaria que no entiende de política y sólo vive para él— parece convencional o misógina, la salva no sólo la ligereza poética de la escritura de Kadaré, sino sobre todo, la calidad onírica y psicoanalítica de ese relato, donde nada es lo que parece y la confusión entre lo real –el accidente y la tragedia griega balcánica— y lo subjetivo es tan constante como en las películas de David Lynch.
Tiene sentido que los protagonistas (en su juego de espejos) lean juntos ese pasaje del Quijote cervantino del curioso impertinente, ese confuso trío de pasión, burla, deseo y traiciones que interesó a Freud.
Los sueños de los protagonistas, que el investigador analiza con los hechos, contribuyen a esa sugestiva ambigüedad entre el inconsciente, la fantasía, las proyecciones del taxista y el investigador, e intensifican la atmósfera fuertemente onírica de la novela, donde los crímenes y atrocidades de la guerra de los Balcanes y su juicio en La Haya forman un melancólico y comprometido telón de fondo.
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