Foto: I.N., Calles de París, 2009
Narrativa
Crónica asfixiante de la brutalidad familiar
ISABEL NÚÑEZ
A veces me he preguntado cómo podían seducirme algunos libros sobre el horror. Me ocurrió con Trastorno de Thomas Bernhard y con Klaus y Lucas de Agota Kristof. La clave sería la ironía y la sensibilidad que distancia a los narradores del entorno espantoso que les rodea, como en Sin destino de Kertész. Confieso que no me ha sucedido con El arte de llorar a coro de Erling Jepsen (Dinamarca, 1956).
Contada por un niño de once años que une a Tarzán y al ángel de la guarda sobre su cama, cree que son parientes y les reza por igual, es una crónica de la brutalidad, en una familia de la Dinamarca rural, con un padre incestuoso y cobarde, que se deja humillar en público y luego apalea a su hijo, y una madre que acepta que el padre se acueste con la hija. El protagonista lo cuenta con naturalidad, decidido a respetar las arbitrarias leyes familiares, encomendándose solitario a los héroes de su altar pagano, mientras su hermana es dopada e ingresada por un psiquiatra sin escrúpulos para acallar sus protestas por el abuso.
La novela ha sido calificada de “divertida” y llevada al cine, pero a mí, su lectura me parece asfixiante. En esa escritura eficaz, que restituye con credibilidad la voz de un preadolescente rural e insinúa una verdad biográfica tras la fabulación, nada, ni siquiera el humor me libraba de la claustrofobia. Como Allan, que apela al hermano mayor, urbanita y único familiar opuesto a lo que allí sucede, yo también deseaba escapar mientras leía de esa atmósfera enrarecida donde los ritos religiosos cohabitan con la violencia. Y la quietud del presente histórico, esa lupa capaz de ralentizar el tiempo contribuye tal vez al agobio de la lectura.
Si los niños de Agota Kristof se endurecían para resistirlo todo, algo en sus sueños y en sus gestos conectaba con la poderosa poética de su autora. En Kristof, como en Kertész y Bernhard se levanta el entramado inteligente de la gran literatura, que despierta en nosotros un magma vital transformador y nos conforta pese a lo terrible. El arte de llorar a coro es una novela de éxito, una crítica feroz a la institución familiar y la hipocresía social, pero el pobre Allan forma parte de ese mundo siniestro y el autor lo muestra con honradez: no hay diferencia entre él y los otros, ni hay esperanza tampoco para el lector.
Erling Jepsen El arte de llorar a coro
Lengua de trapo
Traducción de Blanca Ortiz Ostalé
256 PÁGINAS
19,50 EUROS