Ilustración: Arthur Rackham, Barba Azul
LA VANGUARDIA Cultura/s, 13/11/2002
Expiación, de Ian McEwan
Novela excelente, visión misógina
ISABEL NÚÑEZ
No se trata simplemente de que la trama de la novela se base en la traición de una niña que, por celos, por despecho y por confusión, es capaz de arruinar la vida de un hombre, dejar que sufra una injusta condena y que se interrumpa su prometedora carrera. Al fin y al cabo, la niña es la protagonista de la novela, que narra la expiación de su culpa, un proceso que la consolidará como escritora. En ese sentido, Ian McEwan simpatiza con ella e indaga sobre sus errores y sentimientos a lo largo de estas brillantes páginas. Ahora bien, la protagonista sólo confirma una mentira ajena, la de un misterioso personaje adolescente, una chica violada que no sólo no denuncia a su violador, sino que se casa con él y opta por acusar a un inocente para explicar las huellas físicas evidentes de violencia sobre ella. En vano buscaremos en la novela una indagación de las motivaciones de ese personaje. No la hay. Y ese silencio parece más grave en la medida en que podría dar la razón a la vieja teoría misógina de que a las mujeres les gusta ser violadas y maltratadas, de que la violencia contra ellas sólo es una manera de realizar su deseo masoquista.
Una idea que, por lo visto, sigue vigente en la mente de tantos hombres culpables de violencia doméstica en este país, y entre los jueces que les dejan tantas veces en libertad, permitiendo que las amenazas y los golpes culminen con la muerte de la perseguida. No se trata, pues, de simple corrección política sino de una cuestión que sigue siendo peligrosa en muchos lugares del mundo.
Hace poco, el ex director del “Times Literary Supplement” decía en Cultura/s” que, a su juicio, muchos escritores hombres se dirigen al perfeccionismo en sus novelas a costa de desapegarse de la realidad, de lo humano. La excelente novela de McEwan tiene ese curioso defecto humano.